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Cómo un higo de palabras y por qué es un libro compuesto por lo que tradicionalmente se llama borradores o piezas inconclusas. Ponge nos da todo —incluso si eso significa ser particularmente tedioso— con la voluntad de que descubramos algo mejor que lo publicado, esto es, lo oculto. Estos borradores —cebos sobre los que se pone carnada para aquellos que defienden un nuevo abrazo de la realidad— son para el autor el lugar donde se encuentra la poesía.


Cómo un higo de palabras y por qué es, también, un elogio de la digresión, de la repetición. Sin embargo, se trata de una repetición falsa: aunque sus textos parecen repetitivos, siempre hay variación. En este vértigo de la repetición, de la falsa repetición, de esta especie de desplazamiento imperceptible, existe una forma en la que pasar de la prosodia a la prosa: como en las variaciones musicales, el tempo puede ser diferente, tempo que aquí se significa en la «puesta en página».


Cómo un higo de palabras y por qué es, igualmente, un objeto que solo puede ser literario. Rechaza el referente —aquí, el higo— en su mundo que es el mundo de la existencia. Enfatiza la importancia de la literatura, de la palabra hablada, por así decirlo, ya sea oral o escrita. Es al mismo tiempo un elogio de lo literal, y sin ilusión sobre la posibilidad de la representación. Ponge trata de acercarse lo más posible a la descripción del higo porque está convencido de que, al final, solo quedará texto.

Confieso no saber muy bien

Qué es la poesía

Pero sí sé bastante bien, en cambio,

Qué es un higo.



Ese altar centelleante. Así es el interior del higo.

Cómo un higo de palabras y por qué

FRANCIS PONGE

Cómo un higo de palabras y por qué

Traducción de Ana Flecha Marco y Neila García Salgado  //  [c] 2021  //  ISBN 978-84-121975-4-9  //  232 páginas  //  19,00 €

La belleza primera. El arte del higo


Solo las higueras bíferas dan dos clases de frutos al año. La primera, la del higo, sería la fructificación anual de sus flores, y se produce desde el mes de agosto hasta octubre. Este fruto presenta un color verdoso y con un tamaño menor. Es más aromático que la breva y se utiliza para la producción de higo seco (la figue (sèche)). La segunda viene dada por los higos que comienzan a fructificar al final de la temporada pero que se ven sorprendidos por la bajada de la temperatura. Estos se quedan latentes en la higuera, como hibernando, hasta el próximo año. De esta manera, cuando llegan las primeras subidas de temperatura, entre mayo y julio terminan de desarrollarse dando lugar a las brevas, fruto con una mayor cantidad de agua, que presenta su característica piel morada y un interior rojo intenso; ese pequeño altar centelleante.


El poema «El higo» funciona de manera similar, dando diferentes frutos que son uno mismo y son diferentes, concretamente tres más uno. El primer higo es el que se puede leer en la página 193. Ponge lo concibió para el Premio Internacional de Poesía Capri, premio que acabó ganando. El segundo higo (página 220) se publicó en el primer número de la revista Tel Quel, en la primavera de 1960, en él, la firma latina sigue presente. El tercer higo de la cosecha pongiana (página 225) fue creado para formar parte de la compilación «Pièces» dentro de Le Grand Recueil (1961) de Gallimard. El manuscrito usado para la composición es la versión de Tel Quel (las páginas están arrancadas de un volumen de la revista) pero endurecida: el texto se vuelve más compacto, se trata prácticamente de prosa, o un texto que tiende muy visiblemente a la prosa, y la firma ha desaparecido. Finalmente, tres más uno, el texto es «abandonado» por el autor «en todas sus fases»: se trata de la publicación, en 1977, de Cómo un higo de palabras y por qué dentro de la colección Digraphe, bajo la responsabilidad de Jean Ristat para la editorial Flammarion, y es este el volumen cuyo texto  reproducimos aquí.


Ponge permite, no solo la lectura de todas las versiones de «El higo», sino también ver el interior de la fruta: abandona ante nuestros ojos todos los borradores y manuscritos sin selección ni restricción de ningún tipo. Abre —en palabras de Jean-Marie Gleize— «la poética enunciada en y por el poema (aquella de la resistencia y la elasticidad de las palabras) dentro de una demostración en curso desde, especialmente, la antología de La Rage de l'expression (en 1952) y de la cual Le Savon (en 1967) y La Fabrique du pré (en 1971 ) habían proporcionado los ejemplos más espectaculares hasta entonces».


Ponge reniega de la representación, no es sobre la metafísica que apoyamos nuestra moral, sino sobre la física, la poesía es un elemento del mundo concreto, del mundo diario; por más que nos acerquemos a la descripción del higo, lo que queda al final no es un higo, sino un texto. Según él, no se puede hacer creer a la gente que podemos pasar del mundo verbal al mundo real. Ponge quiere terminar con esa farsa, con esa afirmación de la mayoría de los artistas de creer que existe una posible comunicación entre el mundo exterior y el mundo verbal.


Así, partiendo de esta afirmación, podemos observar que el «materialismo» de  «El higo (seco)» es la mezcla de tres elementos: un anticristianismo virulento (cuya expresión se concentra en última instancia en la equivalencia bárbaro-cristiano); el «sensualismo»; y, por último, una  representación del lenguaje como «material», en el sentido de «realidad material», de «objeto», de «cosa», como susceptible en todo caso de ser «tratada» como tal, tanto a nivel visual y sonoro, como a nivel semántico: elasticidad, plasticidad, profundidad. Tres elementos que derivan en las dos preguntas cómo y por qué, cuyo significado explica Ponge en «L’ art de la figue [El arte del higo]», entrevista realizada por Jean Ristat en abril de 1978 para el número 14 de la revista Digraphe: «El cómo es obviamente el camino a seguir para lograr un texto que satisfaga mi puro placer: es decir, poner todo lo que quería poner en él. […] El cómo por tanto significa: cómo hacer efectivo, legible, un texto que viene de todos lados, con una imaginación extraordinaria […] Por otro lado, está el por qué. Hay páginas enteras, borradores de "El higo" en las que indico que la realidad de las cosas para mí es bastante indecible, ya entiendes, me llevo (bueno, hasta cierto punto) por —no me atrevo a decir un cierto dominio de la expresión— las metáforas, las imágenes, estas parecen  relativamente correctas. Los lectores se dicen: sí, al fin y al cabo, está bien, aquí hay una especie de... higo, higo seco, sí, claro, hay que presionar un poco incisivamente la envoltura para llegar a la pulpa y disfrutar de lo que hay dentro».


Dicho de otro modo, Ponge nos desarrolla en su justificación de ese por qué todo su arte poético: sus valores, su materialismo, su filosofía. Lejos de percibir y mostrar el mundo a través de su subjetividad de poeta, Ponge se aleja de la lírica y toma partido por los objetos, buscando darles la posibilidad de expresarse a través de la palabra. A través de un uso aprendido y complejo de la etimología, la grafía, los sonidos, y los juegos de palabras; la poesía de Ponge se convierte en una especie de réplica de la realidad que busca abolir la distinción entre la palabra y lo material, entre poesía y prosa. Finalmente, tras el cómo y el por qué, tras estrujar la envoltura, nos encontramos en el interior una celebración, un placer. El higo es una fiesta.

—greylock

Marginalia

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