
«No solo a los humanos les nacen engendros: también a los huevos.»
El triunfo del huevo, un libro de impresiones sobre la vida estadounidense en cuentos y poemas.
Los cuentos son gente sentada en el umbral de la casa de mi mente.
Fuera hace frío, y esperan.
Miro por la ventana.
Los cuentos tienen las manos frías,
congeladas.
Un cuento robusto y bajito se levanta y empieza a agitar los brazos.
Tiene la nariz roja y dos dientes de oro.
Otro de los cuentos es una anciana sentada que se encorva bajo
la capa.
Muchos cuentos vienen a sentarse en el umbral unos instantes y
luego se marchan.
Tienen demasiado frío ahí fuera.
La calle que está delante de la puerta de la casa de mi mente está
llena de cuentos.
Farfullan y gritan, se mueren de hambre y de frío.
Qué impotencia la mía: me tiemblan las manos.
Debería sentarme, cual sastre, a la mesa de trabajo.
Debería tejer prendas de abrigo con los hilos de mi pensamiento.
Los cuentos deberían ir vestidos.
Se mueren de frío en el umbral de la casa de mi mente.
Qué impotencia la mía: me tiemblan las manos.
Busco a tientas en la oscuridad, pero no encuentro el pomo.
Miro por la ventana.
Se mueren muchos cuentos en la calle que está delante de la casa de
mi mente.
Sherwood Anderson


Traducción de Paula Zumalacárregui Martínez // [n] 2019 // ISBN 978-84-948280-3-4 // 360 páginas // 22,00 €
El triunfo del huevo
SHERWOOD ANDERSON
Marginalia
¿No hay palabras que conduzcan a la vida?
Separar el mundo es fácil, lo complicado es volverlo a unir, sobre todo de una forma aceptable que consiga que dejemos de sentirnos incompletos. El propio Sherwood Anderson sabía por experiencia personal cuán ardua es esta labor cuando, extenuado por una vida que detestaba, sufrió una crisis nerviosa que le hizo tomar la decisión final de dedicarse a la literatura de forma definitiva.
Esta reflexión vital es la que subyace en El triunfo del huevo, un libro de impresiones que habla a lo largo de diferentes historias sobre el significado de la vida a través de las palabras de los excluidos por el progreso y la felicidad. Temas como la ambición, el sacrificio, el fracaso, el fin de la inocencia, la impotencia, la incomunicación, la conexión con el mundo, la soledad, la parálisis y el cambio encuentran lugar en las voces de todo el repertorio coral que pueblan unos escenarios distantes tanto en lo geográfico como en lo personal. Un desarrollo informal —y un interés en desarrollar la complejidad del proceso psicológico del sentimiento de vacío— los muestra a todos ellos como animales enjaulados que se revuelven y se revelan en diferentes escenarios ante sus miserables existencias.
Anderson muestra vidas sin ningún impulso, hojas sin un viento que les induzca a moverse, destacando cómo de lejos es capaz de ir un individuo en la búsqueda de la felicidad. A lo largo de quince relatos experimentamos la misma angustia que las mujeres y hombres que pueblan el Medio Oeste estadounidense. Participamos también de lo que parece ser la consecución de su objetivo final para volver a caer con ellos de nuevo, para llegar a preguntarnos exhaustos, al igual que uno de los personajes y ante un Anderson que parece no tener piedad: ¿No hay palabras que conduzcan a la vida?
—greylock